Capicúa es mi cumple este año: treintaitrés. Y sí, me lo inventé, aunque la Real Academia Española diga que se escribe treinta y tres.
La edad de Cristo es quizás la frase más reiterativa que se escucha de la gente cuando se llega a esta edad. Pues no. Lo más lindo es tener una canción de Smashing Pumpkins con ese nombre, o una de la Mala Rodríguez. O bien el nombre de la peli sobre los mineros atrapados en Chile. Pero sin duda la mejor de todas: este número, de acuerdo a la numerología, es uno de los más importantes y significa la lección de la vida.
Recibo este día con mis padres en Madrid. Sin duda alguna mi mejor regalo. El segundo mejor es ¡mi nuevo piso! que firmé dos días antes de mi cumple, que aún no he podido ocupar pero cuya titularidad ya corre bajo mi nombre. ¡Soy la dueña de un piso en Madriiiiid! Por suerte puedo compartir con ellos las dificultades adyacentes, pero sobretodo, la alegría que a todos nos sobrecoge.
El desayuno lo comparto con mi madre a pesar de exponer nuestras diferencias respecto a un tema particular, mientras mi padre se ocupa de pintar el nuevo piso. Grandes almacenes nos esperan para comprar regalos pues el regreso de mis padres a Buenos Aires se acerca. El tercer mejor regalo es la certeza de que no hay hombres en mi vida. Y con ello espero que entiendan que me refiero a amantes, novios, ex-novios, ex-amantes, admiradores, acosadores ni nada de ello. Estoy limpia de todos ellos, y quizás ¿sea el año idóneo para que aparezca uno? Al menos eso creía cuando recibí una inesperada llamada de mi affair belga. Sí, el mismo que he venido ignorando durante los últimos 6 meses se ha atrevido a llamar.
El cuarto y último regalo de mi treintaitrés cumpleaños es que transcurre sin torta pero con una maravillosa velada entre amigos cercanos en S/R , frente al Retiro, auspiciada por mis padres. En su terraza nos deleitan con deliciosos platos que van desde ensalada de siete tipos de tomates y aguacate, croquetas variadas, bacalao quemao’, chanquetes con salmorejo, berenjenas fritas con miel de caña, y hasta los clásicos huevos rotos. Con barriga llena y corazón contento Madrid me regala los clásicos fuegos artificiales de San Isidro.
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¿Sabes cómo fueron mis 32 primaveras, o qué hice para mi cumpleaños treinta y uno?
…Tomorrow’s just an excuse
And you can make it last, forever you
You can make it last, forever you…
Gracias. Necesitaba saber que había más mujeres como yo en el mundo.
No sé en qué sentido lo dices pero seguro habrá muchas más, sólo que no nos conocemos en persona Saludos